Bienaventurados los mansos.




Real Madrid 2 – Málaga 0 (Liga, 9)

A Bernd Schuster nunca le interesó el patriotismo de club ni siquiera la fidelidad a su nación. Jugador que era la encarnación misma de la clase; su mueca de desprecio antecedía la exactitud del pase. Esa pequeña perversión de las leyes del género –la mansedumbre con el grupo- no se la perdonaron los que tejen la leyenda. Siempre fue a trasmano por Europa. Nunca quiso esculpir más estatua que la suya, y  algunos dicen que su vida fue desperdiciada. Llegó a España, y España le comió la clase, lo despojó de liturgia, convirtió su carácter en una sucesión de gags y acabó como un payaso más del extenso repertorio existente. Ahora, en Málaga, avisa de grandes intenciones contra el Madrid, y no hay convicción ni locura en sus palabras. El Bernabéu eso no lo perdona, y fue un partido en el que el contendiente estuvo ordenado y con las orejas gachas, sin rechistar, pero con la media sonrisa de quien no sale goleado. Sólo dejaron un truco. Varios fueras de juego, ejecutados con tanto orden, que parecieron las armas del pobre contra el patrón. La pierna cambiada de Di María centra de forma automática y le quita misterio al ataque del Madrid. Carvajal fue profundo, y con Illarra haciéndose pasar por Xabi, el ataque fluyó alegre con Morata fallando lo suficiente para parecer un delantero Real. Fueron 20 minutos. Luego, el pequeño desmoronamiento de siempre y un acto final con Jesé apareciendo desde algún lugar de la imaginación y dejando claro, que éste, será su reino.

XI: Diego López; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; Khedira, Illarramendi, Isco (Modric, m. 72); Di María (Jesé, m. 80), Morata (Bale, m. 75) y Cristiano Ronaldo.
Goles: 1-0. M. 46. Di María. 2-0. Cristiano Ronaldo, de penalti.

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