Mecánica palpebral

Este martes, en Dortmund, ocurrió un milagro. En el minuto 15, un centro al área de Fábio Coentrão fue interceptado por el brazo de Łukasz Piszczek. El árbitro señaló penalti, Ángel Di María fue el designado para lanzarlo y, en el momento exacto en el que su pie de apoyo tocaba el suelo, todos los habitantes de la Tierra parpadearon a la vez (según ha podido comprobar nuestro enviado especial en el Ice Cube de la Antártida). Ya que nadie pudo verlo, el sistema cerrado se comportó de manera determinista, el gato siguió vivo y el gol se produjo.

El resto ya ha sido analizado y publicado y repetido fatigosamente por las pantallas. El Real Madrid perdió el encuentro por 2-1 aunque en ningún momento peligró la clasificación gracias a la ventaja obtenida en el partido de ida de la eliminatoria.

Quién sabe lo que habrá sucedido en esa abismal infinidad de universos paralelos que nos prometen los físicos. Quién sabe lo que habría sucedido de haber abierto los ojos en ese instante siquiera un espectador, un recogepelotas, un niño de La Bañeza.

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